miércoles, 22 de septiembre de 2010

La Tarea del Educador de Religión

Es difícil negar, que lo que el hombre es como tal, se debe a algo. Una razón, un hecho, una influencia da paso a un proceso breve o de largo aliento pero que, a fin de cuentas es, el agente que da a ese ser lo que es, un hombre, un carácter, un temperamento, o un estilo, y que le permite a este ser, no solo una forma, sino que, a través de esta forma (este "ser") adquiere una identificación social.
En este sentido -nosotros- como formadores contraemos o adquirimos (al momento de egresar de nuestro periodo de formación profesional) una misión muy importante. Seremos los agentes que colaborarán en el proceso más importante dentro de la formación de un hombre, ya que es la educación la que guiará al educando a su total formación como un ser dotado de artes y ciencias, pero muy especialmente,  educado en la caridad cristiana, donde no solo la voluntad del bien será importante, sino que a su vez la luz que irradien sus actos le conferirán una identificación social. Estos actos sin lugar a dudas, estarán fuertemente influenciados por nuestra labor. Como docentes y educadores en la fe. E ahí la importancia de nuestra tarea, pequeño grano de arena, pero que sin el cual esta enorme tarea no se llevaría a cabo.